Constelaciones Hápticas

Rogelio Sosa

Constelaciones Hápticas

Rogelio Sosa

Constelaciones Hápticas

Rogelio Sosa

Inauguración
Jueves 9 de mayo 2024
7:30pm

9 mayo – 31 agosto 2024

Av. Pedro de Osma 409, Barranco
Lima, Perú
Ingreso libre

Horario
Miércoles – sábados
3pm – 8pm

proyectoamil
Lima

 

proyectoamil se complace en presentar la primera exhibición en Lima del artista mexicano Rogelio Sosa. Esta exposición, titulada Constelaciones hápticas, muestra los resultados de la residencia que el artista ha tenido en Lima por mes y medio. Rogelio ha producido cuatro obras especialmente para nuestro nuevo espacio de Barranco.

Hay en esta exposición una sencilla y osada pretensión de traslado: que lo que el tacto percibe se convierta en sonido. A contra pelo de la tradición académica de notación musical gráfica, Rogelio Sosa explora una forma-otra de notación háptica que busca investigar las percepciones que producen los objetos (energías vivas) en el órgano más extenso que poseemos: la piel.

Esta proposición no es (solo) un divertimento, ni un mero alejamiento del canon en busca de la novedad, tan cara al sistema del arte, sino una enfática postura divergente, anti hegemónica en una era —la cíborgtelemática— que privilegia lo retiniano.

Este axioma visual nos ha programado para creer que asistimos al mundo a mirar su devenir, que vamos a una galería o a una exhibición a observar, infravalorando todas las otras múltiples formas perceptuales que poseemos. Esos blancos espacios —falsamente neutros— sirven como lugar en el que los objetos entran (asépticos) a nuestrxs cuerpos a través de la mirada: la galería es el paralelo de la página, presta para recibir el logos en su necio romance con la tinta. Ambos sistemas de exhibición y transmisión del conocimiento son una inversión de una de las mas antiguas formas de escritura: las estrellas en el cielo; constelar siempre fue escribir, hacer del cosmos un mito para pasarlo a través del tiempo.

Al modo de las arcaicas historias y de los inmemoriales mitos, las invenciones-partituras de Rogelio privilegian lo inexacto por encima del dato preciso, es decir, contravienen también a la necesaria determinación y eficiencia que el sistema-mundo capitalista precisa para conseguir sus flujos mercantiles. Esta negación de lo exacto induce un alto grado de libertad creativa al intérprete, que con la voz traduce a sonido lo que sienten sus yemas y sus palmas: texturas, rugosidades, volúmenes, topografías, similitudes, diferencias.

Las cuatro formas materiales que devienen partituras brotan del encuentro que Rogelio tuvo en Perú hace unos años con los quipus; ahora, tras decantar la fascinación, propone una abyección del objeto y su principio: más allá de entenderlos como sistema mnemotécnico de notación y conteo, Rogelio encuentra en ellos una posibilidad de escritura ambigua.

Los nudos, las maderas, las cerámicas, los relieves y los demás objetos no pretenden guardar con “exactitud”, sino convertirse en una provocación para la interpretación creativa de un sistema que explora los intersticios y los pliegues entre las dualidades para ampliar —a modo de metáfora— el infinito espectro de grises entre dos vacíos.

Estas estructuras-constelaciones de improvisación necesitan del

aguzamiento
sentir
pensar
emitir

De tal modo que el tacto afecta al simbiótico cuerpo del intérprete, que a su vez reacciona inhalando-entonando, reaccionando-sonando.

Los cuatro objetos-sistemas tienen en común su negrura. Si bien esta cualidad no es absoluta (podemos verlos ofreciendo puntuales reflejos en el espacio, o tonalidades marrones y terrestres), pretende erigirse como otra negación a la visualidad dominante: desean su ausencia, o ser un velo más que una materia-imagen. Vale repetir: piden ser sentidas con el tacto para que sus matices sutiles provoquen un encuentro mutuo: la materia toca y se deja tocar.

Esa invitación a palparlas es consecuente con una ética del hacer que para Rogelio es de seminal importancia: su trabajo implicó el modelado del barro que no se comisionó a un artesano —no hay explotación simbólica ni material—. La tierra proviene de Valle de Bravo, donde habita desde hace años procurando tejer relaciones duraderas con su entorno. Sucede igual con las láminas repujadas y con las maderas torneadas que surgen de la labor de sus manos —herramientas mediante, claramente—.

Este hacer decide conscientemente modificar ciertas materialidades que tienen una filiación orgánica como la madera, o el barro, o los textiles: guardan una estrecha relación con un territorio al que se venera y del cual se toma con cuidado, para no caer en extractivismos. Los materiales elementales ofrecen una maleabilidad superlativa y permiten “conjuntar la experiencia háptica de la manufactura con la organización de la composición y el silencio en el tiempo”, en palabras de Rogelio.

Se propone con este conjunto de obras, también, la negación de otra tendencia profusa, casi una idolatría: la afición de nuestro tiempo por lo liso, por todo aquello que no presenta asperezas ni diferencias. Pensemos en cuántas ocasiones hemos acariciado la impoluta pantalla del teléfono y cuántas la rugosa corteza de un aliso, o de un algarrobo. Pensemos en la depilación de la piel, en el botox que inyectamos para eliminar lo rugoso, en la mayoría de las esculturas de Jeff Koons o Anish Kapoor…

Las formas de las partituras de Rogelio Sosa, se sostienen en oposición-tensión con lo liso; se nutren de discontinuidades, de lo extraño, de la negatividad de lo carrujado. Son útiles, justamente, porque refutan ese vacío (silencio) de lo liso. Dar cabida a la negatividad es aceptar la complejidad de los misterios que re-crean la existencia.

Vale reconsiderar, para terminar, a las partituras no como objetos utilitarios sino como seres que nos modifican. Elvira Espejo ha dicho a propósito del acto de hilar y de tejer

“…se mira cómo los dedos sienten; se escucha tu cuerpo cómo recibe y oye el canto de los dedos; se deja que los dedos se alimenten de las texturas para poder identificar las cosas […] El sentir de las texturas, el olor de la lana, el pensar de todo el conjunto de acciones habilita al aprendizaje multidisciplinario que permite sentir que la rueca no sólo es un instrumento sino un ser vivo que te inspira y que te guía, para hacer llegar un hilo de la vida al telar.”

Esos mismos principios son, aquí, puestos en juego. Cada intérprete sostiene una conversación desde su subjetividad con los otros seres que toca y que lo modifican. O, especulando más, sirve preguntarnos en dónde terminamos, ¿por qué consideramos a nuestra piel como lo que nos separa del mundo? ¿Qué somos sino una incesante relación?

Desde hace siglos, la modernidad moldea la vida con sistemas cerrados que se gobiernan por concepciones racionales; en la quiebra de tales, existe una posibilidad de derramamiento, una otra forma de transitar este negro tiempo.

 

Mauricio Marcin

Rogelio Sosa (México, 1977) es un artista sonoro, compositor y promotor cultural. Su práctica creativa abarca piezas realizadas en diferentes medios y formatos, donde el sonido es el principal agente de articulación formal, conceptual y discursiva. Su obra incluye composiciones, piezas sonoras y audiovisuales, instalaciones, performances inmersivos y colaboraciones con artistas visuales, escénicos y cineastas. Sus trabajos más recientes surgen de la experimentación transdisciplinaria y se nutren de conceptos y elementos provenientes de prácticas rituales y ceremoniales de diversas culturas. Como exdirector del Festival Radar (2007-2009) y Aural (2010-2018), presentó más de 300 proyectos internacionales de música experimental y arte sonoro en la Ciudad de México. Actualmente, organiza los encuentros transmediales Paso de Fauna en Valle de Bravo, México. Su música ha sido publicada por sellos discográficos como Unexplained Sound Group, Substrata, Bocian, Sub Rosa, Important y Mode Records. Su trabajo se ha exhibido en más de 50 ciudades alrededor del mundo y ha sido premiado internacionalmente en numerosas ocasiones. Actualmente, es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte, México.